Por Argentina sin Juicios por Jurado
Una buena definición de arbitrariedad sería: producir un perjuicio a las personas sin decir por qué. Es lisa y llanamente lo que se le obliga a hacer al jurado con el reo y la víctima: condenar o absolver "porque sí", sin fundamentar ni motivar nada.
La falta de fundamentación y motivación del jurado lo inhabilita absolutamente para juzgar. Desde que nuestro sistema constitucional es "republicano" (art. 1°, Const. Nacional), ninguno de los actos de gobierno puede ser arbitrario. Toda resolución judicial debe estar fundada en la letra de la ley y motivada a través de un razonamiento lógico de los elementos de prueba.
Los juradistas se desentinden de la inconstitucionalidad del juicio por jurados. Les avergüenza reconocer que el jurado no fundamenta ni motiva nada, porque se ven al espejo justificando un sistema de juzgamiento arbitrario. Pero la obstinación e irracionalidad es más fuerte que el respeto a la Constitución Nacional. Y como es posible negar el carácter republicano de nuestro sistema de gobierno, se intenta camuflar la arbitrariedad del jurado para que pase lo más desapercibido posible.
En la mayoría de las legislaciones y proyectos sobre juicio por jurados existentes, se requiere bajo pena de nulidad que todas las resoluciones judiciales sean fundadas (legalmente) y motivadas (racionalmente), pero a continuación se establece: "en el caso del juicio por jurados las instrucciones del juez al jurado constituyen plena y suficiente motivación del veredicto".
Sí, leyó bien. Es una suerte de surrealismo jurídico a través del cual ―en el mundo del absurdo― la instrucción del juez se equipara a la motivación de la resolución. Es una fórmula legal digna de agenciarse el primer premio al sofisma jurídico. Es un absurdo con todas las letras, pero la ley logra su cometido: disimula la arbitrariedad del jurado.
Es importante poner cada cosa en su lugar:
instrucciones del juez ≠ motivación del veredicto
Así como los alegatos del fiscal (que instruyen al juez sobre el veredicto pretendido por la acusación) no son idóneos para abastecer el requisito de la motivación de la sentencia, tampoco las instrucciones que da el juez al jurado son idóneas motivar el veredicto
El juez instruye: "hay que establecer si el hecho se cometió o no con un arma de fuego" y el jurado dice: "se cometió con un arma de fuego" o "no se cometió con un arma de fuego" pero no explica por qué, en qué se basa para hacer tal afirmación, ni hace una valoración lógica de la prueba en que se motiva (al menos que sea accesible al reo, a la víctima, al juez o a cualquier persona).
La confusión entre el "qué" se decide y el "por qué" se decide de ese modo es flagrante. Al jurado lo único que se le pide es que manifieste qué veredicto dicta (culpable o no culpable) pero no que explique por qué toma su decisión. Las instrucciones del juez tampoco explican por qué el jurado toma la decisión que toma, por lo que mal podría considerarse que las mismas abastecen el requisito de motivación de las resoluciones judiciales.
Es hora de que los juradistas admitan que la motivación no está dentro de sus preocupaciones. De que admitan que promueven un sistema de juzgamiento que es peligrosamente arbitrario. No debieran camuflar la arbitrariedad con sofismas infantiles. ¿Se sienten avergonzados de la falta de motivación de los veredictos? Buenas razones tienen para sentirse así, pero más vergonzosa es la deshonestidad intelectual de no admitir la arbitrariedad con la que se obliga a juzgar al jurado.
La confusión entre el "qué" se decide y el "por qué" se decide de ese modo es flagrante. Al jurado lo único que se le pide es que manifieste qué veredicto dicta (culpable o no culpable) pero no que explique por qué toma su decisión. Las instrucciones del juez tampoco explican por qué el jurado toma la decisión que toma, por lo que mal podría considerarse que las mismas abastecen el requisito de motivación de las resoluciones judiciales.
Es hora de que los juradistas admitan que la motivación no está dentro de sus preocupaciones. De que admitan que promueven un sistema de juzgamiento que es peligrosamente arbitrario. No debieran camuflar la arbitrariedad con sofismas infantiles. ¿Se sienten avergonzados de la falta de motivación de los veredictos? Buenas razones tienen para sentirse así, pero más vergonzosa es la deshonestidad intelectual de no admitir la arbitrariedad con la que se obliga a juzgar al jurado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario