Por Argentina sin Juicios por Jurado
El jurado degrada el sistema de justicia |
Existe la falsa creencia de que el sistema inquisitivo es propio del juzgamiento por jueces letrados y el sistema acusatorio es característico del juzgamiento por jurados. Nada más apartado de la realidad. El sistema procesal (inquisitivo o acusatorio) y el sistema de juzgamiento (por letrados o inexpertos) corren por andariveles bien diferentes.
El sistema inquisitivo es aquel en el que un mismo operador cumple simultáneamente con la función de acusar y juzgar. Si bien es cierto que un jurado difícilmente podría realizar la doble tarea de acusar y juzgar (pues de hecho está incapacitado para realizar adecuadamente cualquiera de ambas tareas), es un inmenso error ―arteramente auspiciado por los juradistas― emparentar a los jueces letrados con el sistema inquisitivo.
El sistema acusatorio, por el contrario, impone una división de roles en el cual las funciones de acusar y juzgar estén en manos de distintos operadores: la fiscalía y el juzgador. Como sistema procesal es perfectamente compatible con jueces letrados o con jurados populares, pues que el juzgador se trate de un juez letrado o de un jurado iletrado no hace a la esencia del sistema acusatorio.
En lo que sí tiene relevancia el carácter letrado o iletrado del juzgador es en la calidad de juzgamiento que se obtiene. Cuando dicta veredictos un jurado sin experiencia ni preparación, el juzgamiento corre un grave peligro de ser aberrante e injusto. El juzgamiento por jueces letrados, por el contrario, garantiza mejor la justicia de los fallos.
El desconocimiento de la ciencia penal favorece el error judicial, lo cual desaconseja el establecimiento del juicio por jurados. Todavía más, el desprecio a la ciencia penal que trasluce el juzgamiento por personas no preparadas, que carecen de los conocimientos jurídicos necesarios, hace que el juzgamiento por jurados sea el más oscurantista jamás concebido.
El procesalismo moderno prefiere, con toda razón, el sistema acusatorio al sistema inquisitivo. La idea que subyace a esta preferencia es la de evitar la arbitrariedad que pudiere resultar del desempeño de un operador de justicia que simultáneamente actúa como acusador y juez. Pero no hay que perder de vista que todavía más proclive a la arbitrariedad es el sistema de juicio por jurados.
En efecto, cuando el magistrado es juzgador y también acusador, se corre el peligro de que pierda imparcialidad. Pero la posibilidad de que la merma de imparcialidad derive en arbitrariedad se ve enormemente dificultada por la obligación del juez letrado de expresar por escrito los fundamentos de su sentencia. Es por tal razón que durante muchísimos años convivió en nuestro país un sistema de corte inquisitivo y, a la vez, respetuoso de los derechos individuales.
En cambio, aunque el jurado popular no cumpla un doble rol, es mucho mayor el peligro de que sus fallos acaben en la más revulsiva arbitrariedad, ya que el jurado condena y absuelve sin fundamentar por qué lo hace, sin dar ninguna explicación de en qué se basa para dejar libre al acusado o para dejarle preso.
El sistema acusatorio es, sin duda, mucho mejor que el inquisitivo. Pero, paradógicamente, un sistema acusatorio que se vale de jurados sin experiencia ni preparación acaba siendo infinitamente más arbitrario que un sistema inquisitivo que se vale de jueces letrados.
Es así como irresponsablemente se ata la suerte del mejor sistema procesal (el acusatorio) a la del peor sistema de juzgamiento existente (el juicio por jurados). El resultado esperable es que el inevitable fracaso del juicio por jurados termine por “manchar” el sistema acusatorio. Los defectos del jurado, tarde o temprano acabarán por desprestigiar al sistema acusatorio.
Luego de tantos años de lucha por establecer un sistema procesal superador, como lo es el acusatorio, es previsible que con el tiempo se lo tache de inconveniente y defectuoso por culpa del juicio por jurados. Ello es indeseable y debe ser evitado. De modo que, para defender el sistema acusatorio, es necesario combatir el sistema de juicio por jurados.
El sistema acusatorio es siempre preferible, por favorecer la imparcialidad. El juzgamiento por jueces letrados también lo es, por favorecer a la justicia. El sistema ideal, en consecuencia, es el sistema procesal acusatorio en manos de jueces letrados.
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